sábado, 9 de enero de 2010

ALGO está pasando...

Como inciso (¿o "exciso") de mi palabrerío anterior quiero profundizar sobre que "ALGO está pasando" en la escena musical argentina. Si bien el mainstream y el underground muchas veces mal interpretado continúan en línea recta hacia Siempre Lo Mismo (población: ...muchas bandas), hace un par de años volvió a existir una corriente autogestionada que trajo nuevos aires a los enfermos de la música que solamente tenían los oídos oyendo música a larga distancia, siempre con el tímpano cruzando algún océano o quizás tan sólo una triple frontera.
El caso es que esta "corriente" suena distinta, se vé distinta, huele de distinta forma; y lo hace mejor en muchos de los casos. Éste hecho hace que uno, quizá, se sienta a veces que es Tony Wilson y que Buenos Aires parece el Manchester al que le cambiaron la "n" por una "d" y ahí cambió todo. Al menos, así me siento yo en algunas ocasiones.
Si bien no soy Tony Wilson (no escribiría éstas estupideces, tendría mucho más dinero y, ¡ah, estaría muerto!) y ésto - por Buenos Aires- no es "Madchester" (¿por suerte?), esa sensación que el propio Tony describió y que luego los demás disperdigaron por varias películas, biografías, etc. me recorrió el cuerpo y encendió alguna de las lamparitas que están tiradas en la caja de mi cabeza en contadas ocasiones en éste último tiempo. Para citar dos ejemplos: el jam que se armó así casi de la nada luego de una noche de solistas de diferentes bandas que tocaron en Plasma, en el que unas 30 personas nos quedamos viendo un completo descontrol lleno de energía, amor y rabia generado por música tocada hasta casi sin saber algunas canciones, pero con esa sensación de "total nadie nos está mirando"; y por otro lado, el simple hecho que una banda toque 2 canciones más después de los bises sólo porque yo, un simple mortal que mostró mucho interés y rompió las pelotas haciéndose el Willie Baterola pegadito al escenario como fue en el caso de la anterior entrada de este blog lo que le hace sentir a uno que está dentro del ojo de un huracán en el que se siente calentito y cómodo, mientras que por ahí, afuera, todo se está viniendo abajo.
Quizá sea porque éstas bandas de ésta corriente logran que uno se sienta como que nadie lo está mirando; quizá sea porque dicha corriente todavía sea pequeña y uno se sienta un privilegiado al vivir lo que ellos producen o quizá sea por mi eterno conflicto de sentir que nací en la década y el lugar equivocado...¡pero ALGO está pasando! Y es que las cosas que están pasando tienen cierto gustito a ingenuidad que sólo tienen las cosas que se gestan desde abajo y que se hacen, al menos al principio, para algunos pocos que se animan a comprender lo que van a oir o escuchar, o al menos lo intentan y un detalle para nada menor es el hecho del "préstamo" de integrantes entre distintas bandas para generar proyectos paralelos a los principales de cada músico. Si bien ésto tampoco es algo nuevo en el mundo, sí parece serlo en nuestros pagos; al menos en lo que a hacerlo abiertamente concierne. La única y gran diferencia con escenas como la alemana, la estadounidense o cualquier otra "grande", es que esa rotación de miembros de distintas bandas no se efectúa entre miembros de bandas muy distintas entre sí, dejando relegadas infinitas posibilidades de generar nuevos sonidos, que es algo que con el talento existente en éstos jugadores que juegan para varios clubes no sería ningún impedimento de animarse a salir aunque sea un poco de ciertas etiquetas. Habrá que esperar y ver hasta dónde se pueden abrir tanto las mentes como los rótulos así como de los músicos como de los oyentes.
Si bien ni en Manchester ni en Buenos Aires las bandas quisieron o quieren que "no los miren" para hacer lo suyo: los punks tuvieron una estética y hasta música diseñada de modo marketinero, en algunos casos, diseñadas a la perfección para que la gente se sintiera identificada con su ira y su supuesto nihilismo...y acá, también en gan medida, se reciclan y se juntan sonidos que hicieron que pasara ALGO en otro momento y emplazamiento histórico para sonar como la "novedad", si uno le da una almendra al hamster que tiene corriendo día y noche en la ruedita de su mente y lo sienta a su lado y se logra conectar con la verdadera intención de esta música, que es muy parecida a obras buenas y tan diferente a la gan cantidad de porquerías tan efectivas que andan circulando hasta en la lista de los discos que tenés que escuchar según la revista Cosmopolitan y uno se queda quietito dentro del huracán y se mueve con él, lo único que puede pasarle son cosas buenas. Y eso, en parte, es ese ALGO que está pasando y que por ahí algún día, cuando aprenda a escribir, por ejemplo en mi caso, pueda documentar de manera un poco más fidedigna con la esperanza de que ALGO sí apareció en el moment justo para éste lugar.

jueves, 17 de diciembre de 2009

La Ola que quería ser Chau, 4 Ilusos y La Escuela de Trance en Plasma

Domingo por la noche en Plasma. Tocaba "La Ola que quería ser Chau", banda de City Bell a la que había llegado a escuchar por una de esas casualidades (siempre dudé sobre la existencia de las mismas, pero más aún ahora con todo este cotilleo de las redes sociales) al ser "similar" para Last.fm a alguna otra banda del movimiento "indie" argento.
Ni bien llegué, teniendo la esperanza de que la batería de mi cámara durara para fotografiar a todas las bandas, pagué mi entrada con mucho gusto a unos revoltosos niños que parecían sorprendidos de que uno más estuviera entrando. Al rato del intercambio de buenas vibras me enteré que el muchacho era el bajista (y eventual segunda guitarra) de la banda por la que estaba allí y, luego de quedar un poco en off side al decirle que lo que había escuchado en el espacio cibernético de su banda me había traído reminiscencias a Built To Spill, Nicolás me cambió el tema informándome de que estaba tocando "4 Ilusos", y entré.
El ambiente era lo más agradable que se me hubiera imaginado. La banda que estaba en el escenario me atrapó enseguida con su sonido compacto pero con lindos rebusques al mismo tiempo, y en el lapso en el que borré fotos que seguían sin sentido en la cámara, terminaron de ganarse mi cariño con explosiones cuasi post-rockeras pero con sonidos crudos que daban una sensación artesanal muy atrayente.
Todavía a los leves insultos propiciados a la batería de mi cámara, subió "La Ola..." al escenario y enseguida se notó un ambiente totalmente distendido en el escenario sobre el cual el guitarrista principal empezó a hacer observaciones a modo de chiste de cualquier cosa que tuviera cerca: sus auriculares, la remera de los "Cebollitas" que tenía puesta la nueva bajista y lo que fuere mientras probaban el sonido. Ese momento fue largo pero nunca llevó a la impaciencia y de repente empezó todo.
Un sonido característicamente familiar en todo el nuevo ambiente "indie" que proviene mayoritariamente de la ciudad de La Plata y sus cercanías (o gente de otros lugares, pero que, por un u otra cuestión, suena de ese modo), fue lo primero que se escuchó. Esto no es para nada malo: uno siente como que está presenciando ALGO (habrá párrafo aparte para ésta cuestión más tarde...) que está pasando acá y ahora y se siente como propio.
Pero enseguida la banda, siguiendo esos lineamientos citados, tomó su propio camino hacia un rock cargado de emociones de adulto que no quiere dejar la adolescencia (sabemos que no es nada nuevo, pero había algo más...) en la que, queriendo o no, se sume en una melancolía pop en el mejor de los sentidos. Potencia, melodías bonitas, juegos de voces entre el guitarrista principal y la bajista, dulces riffs propios y ajenos y mucho cariño y ganas de divertirse rompían con esta ola sobre la playa habitada por pocos espectadores.
El sonido siguió cambiando, y con él, la conformación de la banda: la bajista dejó su instrumento para sentarse al lado de la baterista y seguir con las voces de respaldo y la banda pasó a su otrora formación de trío. Las canciones se volvieron más potentes, más y más adolescentes y hasta más emotivas; más adecuadas para un recital que para un disco, si se quiere... Hubo guiños a Joy Division, Nirvana (más que nada por la cadencia del guitarrista cantante) y cierre con una versión en español de "Yoshimi Battles the Pink Robots" de The Flaming Lips en la que Yoshimi fue reemplazada por Rocío, la bajista, y con eso casi terminaba un recital al que creo que a Wayne Coyne le hubiera gustado presenciar hace unos 20 años.
Se sintió como la banda lo pasó genial en el escenario, que estaban haciendo lo que les gusta; improvisando a veces, probando formaciones, subiendo y bajando volúmenes de guitarras y aceptando pedidos de que no terminaran de tocar por parte del público, donde salí beneficiado por la buena química que habíamos descubierto al entrar al espacio con lo que me regalaron 2 canciones más a mí y al público.
Sí, está pasando ALGO...
El cierre de la noche estuvo a cargo de La Escuela de Trance, una banda de Villa Urquiza que suena muy bonito también, con dejos vocales a Nicolás Kramer y un par más de cantantes de hace casi 2 décadas atrás, pero a la que no le pude prestar la debida atención por quedarme charlando con Rolando, un señor mayor que la baterista de La Ola... había conocido en el tren con el que viajó hacia el recital y que se acordó de memoria la dirección del lugar y los fue a ver. Una persona digna de conocer y escuchar y que, muchachas que lo venían atendiendo bien: dejaron que se fuera solito a esperar el 70, que no pasa nunca a esas horas y que por suerte pude rescatar de un grupo de buitres que a cambio de mi botella de agua no le sustrajeron nada. "Help the Aged" diría Jarvis Cocker en "This is Hardcore" de Pulp...